28 de agosto a las 16:36 ·
Salvador Otoniel Guzman
10 min ·
EN EL DÍA DEL AGRÓNOMO
28 de Agosto
Era una mañana radiante, con un sol vivificantre, dándonos los buenos
días para afrontar un acontecimiento de muchos jóvenes de iniciar su
futuro como Profesionales en el campo Agropecuario, y era el de
presentarse por primera vez como nuevos alumnos de ingreso en las
Instalaciones de la Escuela Nacional de Agricultura «Roberto Quiñonez.
La recepción se hacía en el parqueo de la Escuela, donde llegaban los
padres de familia, parientes y, amigos a dejar y entregar a las
autoridades respectivas a los futuros alumnos que llegaban con grandes
deseos e ilusiones de convertirse en Profesionales Agropecuarios con dos
grandes ideales; el primero era el de «ensuciarse las manos y aprender a
platicar con las plantas y los animales» , y el segundo, el
prioritario, «el hacer producir la tierra para alimentar al mundo» .
Profesión muy bendecida, desde el principio que el hombre aprendió a
convivir con la tierra, los animales y las plantas.
En un par de
horas, el parqueo se convertía en una pequeña «plaza mercantil» o un
«Mercadito de Pulgas» , por la simple razón de que el nuevo alumno
exponía las herramientas y utensilios que iban a necesitar durante su
estadía de tres años de internado como becarios en la Escuela, para su
revisión, tales como su colchón, que algunos confundían con colchoneta.
Por cierto a un nuevo alumno le bautizaron con ese sobre nombre,
«Colchoneta». En la EN A no se desperdiciaba el tiempo, se aprovechaba.
Al revisar las herramientas, a veces se daban ciertas situaciones, una
de las más frecuentes, era que algunos traían «cumas para izquierdos o
zurdos» y eran para derechos. Para la gran mayoría, todas las cumas eran
iguales. Ahí, se hacían los cambios.
A la hora de recibir a los
nuevos alumnos, se veían «cuadro desgarradores» de películas: las
despedidas. Recuerdo un caso: Había un joven «llorando a mares», que
estaba inundando el parqueo. Nuestro bien recordado Don Napito (
Q.D.D.G.), me llamó y me dijo:
-Mira Teacher, tú que sabes manejar a la gente, ve y averigua que le pasa a ese joven que está llorando allá.
Vi a la pareja, y me dirigí a ellos. Y le pregunté: Qué le pasa joven?.
Me contestó la señora: «Es que está triste, porque me va a dejar, él
nunca se ha separado de nosotros, más que todo, de mí «.
En el
momento yo pensé: «Este jovencito ha de venir de muy lejos,
probablemente de Gotera o la Unión, de donde en esa época era difícil
conseguir transporte, habían muchas dificultades. A medida que el tiempo
pasaba, el joven le aumentaba el volumen al llanto. Y le pregunté:
-De que parte del Oriente del país viene, de muy lejos? Y entre lo que
pude entender, me dijo: No, señor. Vengo de Ciudad Arce, el
Chilamatal.!! Famoso pueblecito, que si «pudiera hablar, contaría, sin
exagerar, una historia de cada Agrónomo de la ENA.
Dentro de los
espectadores que actuaban como «observadores» , a veces, de los nuevos
alumnos, estaban los alumnos «viejos», los de Segundo Año y los de
Tercer Año, los «Ingenieros», que generalmente residían en el Dormitorio
del Edificio «A» o «El Sheraton». A los de Segundo Año, más que todo,
se les hacía «agua la boca» al «ver carne fresca» llegando a la Escuela,
que los estaban esperando como «agua de mayo» para iniciar la
«Bienvenida».
Los estudiantes nuevos eran llamados » Aspirantes» o
«Aspirinas» antes del famoso Bautismo y quedando con el nombre de
Reclutas durante todo el Primer Año. Durante el Bautismo se les nombraba
como serían reconocidos «oficialmente» por los compañeros, y aún ya
profesionales así se conocen entre ellos.
En la década de los
años 60 y años después, el transporte era bastante complicado para los
estudiantes de la ENA, y especialmente para aquellos de la zona
oriental. Para muchos de los orientales, cuando se presentaron como
alumnos inscritos de la ENA, generalmente era la segunda vez que
visitaban San Salvador en su incipiente vida, porque la primera, fue
cuando llegaron a tomar el Examen de Admisión.
En esa época, yo
tenía un carrito marca VW, color verdecito, modelo 1963, y siempre
cuando iba a salir los fines de semana hacia San Salvador, tenía
«clientes fijos» que me esperaban a la hora de salida para que los
llevará a la Terminal de Oriente, porque para ellos el mayor «problema»
era atravesar San Salvador de terminal a terminal.
Algunos
alumnos me contaban en confianza, que les daba «miedo» perderse en la
capital al tomar el bus de la ruta equivocada, como le pasó a un
estudiante, que se «puso muy nervioso»,y se confundió al tomar el bus de
la Ruta 11 (once), en vez del bus de la Ruta 2 (dos). Confundió los
números romanos II, por números cardinales, y fue a parar a San Jacinto
en lugar de Mejicanos. Bonita experiencia.
Quiero aclarar que no les cobraba por el transporte, lo hacía con mucho gusto.
Para los fines de semana, habían tres clases de alumnos en la ENA: los
de Turno, que generalmente eran de Tercer Año; los Voluntarios, la gran
mayoría eran de lugares bastante retirados del país, y los famosos
Castigados, que nunca faltaban.
A veces los alumnos Voluntarios
se sentían frustrados por dos razones: la primera, era que al no ir
seguido a sus pueblos los fines de semana seguidos, corrían el riesgo de
perder a sus novias y el otro aspecto era que algunos becarios se
ponían demasiados nostálgicos y lloraban porque se perdían las Fiestas
Patronales del pueblo. Ellos salían sólo en períodos largos, como Semana
Santa, Fiestas de Agosto y Vacaciones de Fin de Año.
Para
solventar este «problema» salia a flor el ingenio del estudiante, y se
inventaba toda clase de excusas para salir de la Escuela siendo la más
común, «la muerte de la abuelita».
Conste, algunos alumnos
quizás dormían con el alemán Alzheimer, y repetían ese motivo 2 o 3
veces, y al ser descubiertos, les salía más «caro la enfermedad que la
medicina».
Algunos alumnos pasaban períodos largos en la Escuela,
porque eran castigados con retenciones durante los fines de semana, y
cuando se les acumulaban los turnos y castigos, las estadías les parecia
«cadena perpetua», y algunos me decían que al pasar mucho tiempo en la
Escuela retenidos, sus padres podrían no reconocerlos al llegar de
nuevo.
La vida en la ENA, no era sólo trabajo, teníamos ratos de
distracción, como eran los juegos intramuros de fútbol. Era divertido
escuchar el entusiasmo de las respectivas barras de los años Primer,
Segundo y Tercero. Recuerdo al alumno Pedro Rivas, que en posición
acurrucado, y con el corvo debajo de los pies, se levantaba y gritaba
entusiasmado: Alevela, primo!!, Alevela, primo!!, cuando César Augusto
Cruz, el «Chiche Cuma»,tomaba la pelota. Ese grito de combate se regaba
como pólvora por toda la cancha de la ENA y entusiasmaba a todos los
asistentes. A propósito, por la ENA desfilaron grandes jugadores de
fútbol, de la talla de Carlos Calixto, William Cruz Chorro, Armando
Morales, Lolo Milla, y atletas como Juan Galdamez en Levantamiento de
Pesas. Todos ellos, fueron mis alumnos!!
Los fines de semana
veíamos películas por las noches en el Auditorio, que alquilamos en San
Salvador. Cuando venía a traerlas, me sobraban voluntarios que me
querían acompañar, y yo los «premiaba» escogiendo el o los acompañantes.
La salida a San Salvador era un gran «premio»: respiraban libertad.
Los domingos nos entreteniamos viendo televisión los programas
deportivos o los shows musicales, como el Show de Tom Jones. La ENA tuvo
también su Tom Jones, con la diferencia que este no cantaba!!
Para permanecer como becario de la ENA, había que reunir tres grandes requisitos:
1. No aplazar ninguna asignatura del pensun durante los tres años.
2.En lo disciplinario, no acumular 4 deméritos durante el año lectivo.
3.No aplazar la actividad de Trabajo de Campo.
En el caso de aplazar una o más asignaturas, la Escuela les daba la
oportunidad de solventarla con un examen llamado de Reposición. Si aquí
fallaban, perdían la beca.
Para nosotros, Profesores
Orientadores, era una de las partes del trabajo más difícil de aceptar,
porque uno les tomaba aprecio a sus alumnos. Pero había que cumplir el
Reglamento Interno de la Institución. Los alumnos lo entendían
perfectamente desde el primer día que ponían un pié en la Institución.
La Escuela tiene un DÍA especial dentro de sus actividades de
formación, y es el famoso Día de Campo, que es cuando se «viste de
gala», porque las Autoridades, Profesores y alumnos, dan todo lo mejor
que son capaces, demostrando a los visitantes lo que han aprendido
durante los tres años de estudio en los Departamentos de Horticultura,
Agronomia y Zootecnia en sus respectivos unidades. Es un Día festivo al
año, donde además de las demostraciones agropecuarias, hay otras
actividades recreativas, como es el jaripeo, paracaidismo, un suculento
almuerzo, que es generalmente una parrillada, y cerrando la fiesta, con
un acto bailable en el Auditorio. Por cierto fue en uno de esos Días de
Campo, donde se dio a conocer profesionalmente la hoy famosa y cantante
internacional Glenda Gaby. En esos Días de Campo nacieron noviazgos que
terminaron en casorios. En la ENA, también tuvimos momentos de tensión y
preocupación, con los accidentes laborales,tales como sucedió con un
grupo de alumnos de Tercer Año, que estaban destacados en Lecheria, y
que una mañana dispusieron «tomar leche», y en una maniobra rápida,
llenan los vasos respectivos con leche, y como les gustaba la leche
«bien dulce», le echaron «azúcar» que estaba en el estante . Pero no se
percataron que no sólo era azúcar…tenía mezclado un polvo blanco que
no le dieron importancia, con la mala suerte que ese «polvo blanco»,
era…simplemente LANNATE!!, poderoso veneno que se usaba para el
control de moscas. Inmediatamente los alumnos empezaron a ver doble, con
mareos, a «hablar en lenguas» y perder el equilibrio. Se habían
envenenado!! Rápidamente se les aplicaron los primeros auxilios en la
Clínica de la Escuela y posteriormente llevados al Hospital San Rafael
de Santa Tecla. Gracias a Dios se graduaron y están vivitos y coleando.
Quiero confesar como ser humano que soy, estoy lleno de sentimientos,
afortunadamente, por que no decirlo, gracias a Dios, la gran mayoría son
de alegría y optimismo. Pero a veces flaqueo o me pongo nostálgico, al
recordar a mi primer alumno Agrónomo, que era de la Promoción VII, y que
lo asesinaron, creo que era de Usulutan, y se llamaba Ricardo Flores
Ferrer. Posteriormente han habido muchos Agrónomos fallecidos y que
fueron mis alumnos. El último Agrónomo es José Mauricio Quinteros Cubias
de la Promoción XVIII, de Quezaltepeque. Vayan para todos ellos, en el
Día del Agrónomo, hoy y siempre, mis plegarias y oraciones de Paz y que
estén gozando de la presencia de nuestro Señor Jesucristo.
En
esta humilde forma he querido celebrar y recordar los viejos tiempos que
pasamos juntos en la Escuela, y que a pesar del tiempo y la distancia,
no han sido motivos para romper esa amistad que un Día forjamos juntos
entre alumno y maestro en las respectivas épocas de cada Promoción de
Agrónomos de la ENA.
Mis felicitaciones son extensivas a los
Agrónomos extranjeros. Dios los bendiga a todos hoy y siempre en unión
con sus respectivas familias y amigos.
Sinceramente. Salvador Ibarra/El Teacher Ibarra.